Sobrecarga Progresiva y Periodización: conceptos básicos y ejemplos prácticos

Según la leyenda el atleta griego Milón ponía cada día sobre sus hombros el mismo ternero y daba una vuelta a la plaza de la ciudad. A medida que el ternero crecía, Milón se fortalecía. Unos años más tarde un musculoso Milón caminaba con un buey de cientos de kilos a sus espaldas. Pero en la práctica no es tan fácil.

Parece evidente, aunque luego pocos lo apliquen en la práctica, que si siempre sometemos a nuestro cuerpo a los mismos estímulos dejará de progresar. Como afirma Nassim Taleb en su fabuloso libro “Antifrágil”, los seres orgánicos, a diferencia de las máquinas, no se desgastan con el uso sino que se fortalecen. No sólo resistimos lo que nos daña, como hace un muro de hormigón, sino que tenemos la capacidad de responder a ese daño modificando nuestra estructura, para que cuando vuelva a suceder estemos más preparados. Nuestros sistemas de adaptación utilizan los estímulos externos como información para determinar cómo gestionar sus recursos, hacia dónde destinarlos.  

Sobre este concepto se basa la sobrecarga progresiva aplicada en los programas de fuerza. Aunque lo podamos aplicar a otros aspectos como la tolerancia al frío o al calor, al ayuno prolongado, a caminar descalzos, etc.

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