Asumiendo que una situación como la actual (de virus, encierro y recesión económica) sea un verdadero “obstáculo”, démosle la bienvenida porque nos dará la posibilidad de descubrir capacidades internas que sólo en momentos difíciles afloran y nos muestran quiénes somos realmente
Filosofía de bolsillo antillorones (o antipersas) en estos días de crisis global. Lo primero recordar que las crisis son cíclicas, hubo y habrá muchas más. Porque son muy divertidos los economistas que plantean crecimientos infinitos en un mundo finito: si se suceden varios años de bonanza es que hay una recesión cerca. La explicación de los noticiarios puede ser una guerra, atentado, crisis diplomática, energética o pandemia pero la realidad es que el crecimiento perpetuo en una economía global de 7.000 millones de seres es pura fantasía. Es evidente que hay otras crisis: de natalidad, valores, salud… pero esas otras no importan mientras no se traduzcan en dinero. El ser humano civilizado ha perdido el interés para todo lo que no sea dinero o sexo. Oímos estos días mensajes edulcorados tipo: “el humano es el virus”, “el planeta respira” o “se puede ser feliz sin consumo”, pero nadie se los cree. El humano civilizado está ansioso por retomar su vida de excesos. Una vida poco humana y muy alejada de lo que nuestro cuerpo y mente realmente necesitan.
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