Los niveles crónicamente elevados de cortisol perjudican la recuperación del entrenamiento, la síntesis de proteína, el rendimiento deportivo y el sueño, en un círculo vicioso que hace que cuanto más estresados estemos peor descansemos y menos estrés seamos capaces de soportar
A la hora de mejorar nuestro cuerpo el foco habitual se sitúa sobre entrenamiento, alimentación, sueño o motivación. Pero pocos hablan del impacto fisiológico y psicológico del estrés en ese proceso de mejora. Es ya difícil encontrar a un deportista profesional que no cuente en su equipo de preparadores con un psicólogo deportivo y entre sus herramientas con elementos de coaching o mindfulness para reducir el estrés y ansiedad asociados a la competición de alto nivel.
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