La mujer suele estar (mucho más que el hombre) en el punto de mira de tres industrias simultáneamente: la de la moda, la alimentaria y la del fitness. Esto es fundamentalmente porque ellas suelen preocuparse más por su aspecto físico que ellos, a la vez que tienden a tener un peor concepto de su propio cuerpo. Hecho que dichas industrias aprovechan en su beneficio y en perjuicio de aquéllas que de buena fe pretenden seguir los cánones de belleza por ellos impuestos.
En una época en que por suerte se ha alcanzado la igualdad legal entre hombres y mujeres en la mayoría de países “civilizados” resulta paradójico que, sin embargo, a la hora de enfocar el ejercicio físico las diferencias sean abismales, algo incomprensible dado que a pesar de existir diferencias fisiológicas y psicológicas innegables lo que funciona para el hombre en términos de bienestar y salud lo hace exactamente igual de bien para la mujer.
Es evidente que los estándares de belleza son cambiantes en el tiempo y según el contexto cultural. Pasamos de las rollizas gracias de Rubens a las modelos escualidas sin curvas ni feminidad de la actualidad. De la piel blanquecina que reflejaba la alta cuna de quien la poseía a los rostros tostados por los rayos uva. Del torso velludo de Paul Stanley (Kiss) al depilado de Cristiano Ronaldo. Lo peor no es el cambio de un patrón por otro sino que la persecución de ese modelo (inalcanzable e irreal casi siempre) conlleve una merma en nuestra salud.
La extrema delgadez buscada por la mayoría de mujeres actuales ha disparado las tasas de anorexia, bulimia, depresiones… atolladero del que muchas adolescentes consiguen salir no sin antes atravesar un proceso penoso para ellas y sus familias. Por otro lado, es también una triste realidad que las condiciones de vida en las sociedades desarrolladas han favorecido que tanto hombres como mujeres luzcan a partir de los 30 años cuerpos voluminosos que les hacen parecer abuelos. Ni anoréxicas ni obesas, mejor espartanas, es decir, con un cuerpo fuerte a la vez que estético y funcional.
Entrena como un hombre
¿Cuál es la solución? Asumiendo que los hombres son más autocomplacientes con su forma física pero también que, por sus características innatas, son más tendentes a la competitividad en todos los ámbitos, rompamos el molde con que las diferentes industrias pretenden encorsetar a la mujer e intentemos que, conservando su feminidad, afronten el ejercicio físico con el mismo espíritu con que lo hacen los hombres. La mujer no debe mirarse en el espejo de las modelos de pasarela ni resignarse a perder su figura por el paso del tiempo o la maternidad. Si tiene que establecer un referente que sea el de una atleta, alguien con confianza en sí misma, con capacidades físicas que tarde o temprano se reflejarán en su silueta. No esclava de cánones imposibles ni de dietas que la condenan al hambre y a desajustes hormonales y metabólicos que ponen en juego su salud y suelen desembocar en amenorrea (retirada de la menstruación) y osteoporosis temprana. Una mujer que persigue sus sueños y disfruta en el camino hacia ellos. Una mujer fuerte y bella. Que sabe que el músculo mejorará su figura y elevará su metabolismo. Le ayudará a estar sana y ser atractiva. Segura de sí misma y feliz.
Veamos un ejemplo de las diferentes formas de animar a realizar ejercicio dependiendo de si eres hombre o mujer:
El mensaje es claro: Si eres mujer no debes levantar mucho peso ni esforzarte o sudar no sea que te fastidies la manicura, se te corra el rímel o desarrolles una musculatura propia del hombre de las cavernas. Lo importante es ir conjuntada al gym, comer productos light y como mucho hacer un poco de cardio en la cinta o algo de yoga tumbadita en el suelo, siempre orientado a bajar de talla y no a ganar músculo y perder grasa, que es lo que realmente necesitas.
En primer lugar, para lograr resultados no hay duda de que deberás esforzarte, no hay recetas milagro. En segundo lugar, entrenando correctamente la fuerza con movimientos compuestos, pesos libres y ejercicios corporales naturales (como los burpees, el peso muerto o la sentadilla) no conseguirás un cuerpo de hombre o culturista sino un cuerpo bello y femenino.
Sin miedo al músculo
El músculo realzará tus curvas naturales, además de prevenir la osteoporosis mejor que ningún suplemento de calcio, ya que al fortalecer tus músculos también lo harás con el sistema esquelético que les sirve de sostén.
Los músculos antinaturales de los culturistas (mujeres y hombres) son fruto de una combinación nefasta de rutinas de aislamiento y esteroides de la que ya hablamos en ¿Cómo entrena un superhéroe? Si ya es arduo para un hombre ganar cada kilo de músculo (lo digo por experiencia) mucho más lo es para una mujer debido a los niveles más bajos de testosterona. Además el músculo, aparte proporcionarte una mejor movilidad y asegurarte una mudanza mucho más tardía al geriátrico, apoya tu sistema inmunológico, el de resolución de la inflamación, el de control neuroendocrino y el de regulación del estrés.
Por si fuera poco, la mujer promedio pierde un 5% de su musculatura cada década a partir de los 30 años lo cual envejece su figura y sumado al sedentarismo favorece la espiral de metabolismo más lento, más grasa corporal, falta de confianza, rechazo del propio cuerpo, dietas hipocalóricas, hambre, falta de energía, efecto rebote, depresión… no es fácil salir de esta dinámica, pero un buen comienzo sería aplicar un enfoque nutricional adecuado que no sea una “dieta para el verano” sino un cambio de hábitos sostenible a largo plazo (puedes empezar echando un vistazo a nuestros Principios básicos de nutrición espartana) junto con un programa óptimo de entrenamiento dirigido a superar progresivamente tus marcas: si cada vez levantas más, eres más rápida, fuerte, ágil… inevitablemente te verás mejor ante el espejo. Pero siempre aceptando tu cuerpo aunque trates de explotar al máximo su potencial genético. No todos tenemos la genética privilegiada de un deportista de élite, ni falta que hace. Mejoremos en lo posible lo que tenemos, sin obsesionarnos por buscar la perfección y divirtámonos al hacerlo.
Un ejemplo de superación
Siempre pongo como ejemplo a una de mis atletas favoritas: la ‘crossfiter’ canadiense Camille Leblanc. Sin una gran configuración genética de partida: biotipo endomorfo, miembros cortos, baja estatura, caderas anchas, tendencia a acumular grasa corporal… consiguió nada menos que ganar los exigentísimos CrossFit Games organizados por Reebok en el año 2014, amén de poseer un cuerpo vigoroso y sexy (y de tener siempre una sonrisa en la cara a pesar de lo duro de su preparación). Una perfecta fuente de inspiración. Echa un vistazo a su entrenamiento y recuerda que una mujer fuerte física y emocionalmente, una mujer espartana, es mucho más atractiva que una modelo flacucha sin formas, masa muscular, vitalidad ni salud.